El Círculo vicioso entre género y pobreza

 Por: Nadia Velmore

 En un grupo de mujeres me contaron la siguiente historia: Estaba en el trabajo platicando con un compañero sobre mis pendientes, un cliente se acercó y dijo: “Para que vas a la escuela, las mujeres deben hacer el aseo, cocinar y atender a su marido, esos sueños de ir a la universidad déjaselos al hombre con el que te vas a casar”.

 Este comentario me dejó asombrada y sin palabras, ya que no necesitamos de mucha matemática para saber que dos personas contribuyendo a la economía del hogar generarán una mejor vida para los miembros de esa familia. Entre más preparados estén, mejor salario tendrán, esto es por sentido común, dos personas suman más que una. Pero, como bien dicen por ahí, el sentido común no es el más común de los sentidos.

 

 ¿Por qué continuamos perpetuando los estereotipos de género, aun cuando es en nuestro propio perjuicio (dígase hombre o mujer) y el de nuestra familia?

 ¿De verdad es que la matemática y el sentido común nada más no lo entendemos o es la herencia del sistema de género? Probablemente un poco de los dos, pero analicemos uno por uno. El sistema de género segrega los roles de la mujer y el hombre asignando el tipo de conductas que son aceptadas para cada uno.

 

 ¿De dónde vienen estos roles? 

 Los roles de género han permeado dentro de la sociedad mexicana desde la entrada de los conquistadores europeos al territorio mexicano. Sin embargo, dichos roles esta basados en la errónea perspectiva de unos cuantos hombres.  En su gran mayoría son roles que ya no aplican a nuestra vida diaria, pero aun así los seguimos perpetuando.

 

 En cuatro estudios hechos por las universidades de California, Berkeley y la universidad de Stanford describe que hay dos vertientes en el sistema de género que vivimos.  La primera teoría sobre el sistema género asume que los roles de género son fijos, es decir, el proveedor es el hombre y la mujer se queda en casa a cuidar a los hijxs. La segunda teoría asume que los roles de género son intercambiables, es decir que el proveedor puede ser el hombre o la mujer y cuidar a los hijxs o hacer tareas domésticas, el tipo de rol es indistinto.

En estos estudios se formuló la siguiente hipótesis: ¿Cuáles son las circunstancias en las que la gente se resiste al cambio para adquirir igualdad de género y por qué? Se examinaron los efectos de las creencias y características masculinas de hombres que se identifican con el género masculino, para poder entender por qué el sexo masculino se muestra reacio a cambiar los roles de género.

 Se encontró que los hombres que han vivido en una familia en la cual los roles de género son fijos, donde el padre es el proveedor y la mujer se queda en casa a cuidar a los hijxs, tienden a aceptar el estatus quo, tratando de normalizar y preservar la desigualdad de género. (Kay’s 2005). Mientras que los hombres que crecieron en una familia donde ambos padres eran proveedores indistintamente, es decir los roles de género eran intercambiables, tienden a aceptar el intercambio de los roles de género como un hecho específico a determinadas circunstancias, las cuales no están relacionadas con los roles de género predeterminados.

 A raíz de este estudio, nos damos cuenta de que no es falta de sentido común, es el arraigo a las creencias patriarcales o machistas que han sido taladradas en la mente de las personas desde el seno familiar. Hay que entender que para que haya un opresor debe de haber una sumisa. Así es, también las mujeres perpetúan los roles de género sin darse cuenta de que es en perjuicio propio. Veamos como la economía y los roles de género se mezclan en nuestro perjuicio.

 Tomemos el ejemplo de una pareja formada por un hombre y una mujer, Pablo y Rita. Ambos con carreras técnicas, Pablo es soldador y trabaja en una empresa de tuberías para gas y Rita es técnica en computación y trabaja para una conocida cadena hotelera. Decidieron casarse y tener un hijo. Rita después de dar a luz recibió su incapacidad por maternidad, sin embargo, Pablo le ha insistido a Rita que su lugar está en la casa con su hijo, el trabajo de Rita paga más. Pero, esto implicaría que Pablo dejara su trabajo y se quedara a cuidar a su hijo. A lo cual Pablo se ha negado múltiples veces alegando que lo que el niño necesita es a su madre y qué dirá su familia y amigos que él es un “mantenido” por la esposa si el se quedara en casa a cuidar a su hijo.

Finalmente, Rita accede a dejar su trabajo para cuidar a su hijo de tiempo completo. El sueldo de Pablo apenas les alcanza para salir adelante. Al no tener para pagar una estancia infantil y no tener acceso a una pública, ya que en 2019 el gobierno de la Ciudad de México recortó el presupuesto de éstas, se ven obligados a pagar una privada. Sin embargo, el sueldo de Pablo no es suficiente para una estancia infantil privada. Rita y Pablo han ido perdiendo terreno en su poder adquisitivo, cuanto mas pobres son, más trabajo de cuidados y labores del hogar realiza Rita y menos puede contribuir a la economía familiar.

 

Esta es la historia de muchas familias mexicanas que entran en este círculo vicioso derivado de los estereotipos de género. El hombre que creció en una familia donde los roles de género son fijos, necesita probar su masculinidad como proveedor frente a otros hombres para reafirmar que pertenece a dicho grupo (Ridgeway & Correll, 2004 ). Lo contrario resultaría en vergüenza e inseguridad sobre su virilidad, esta es una idea prefabricada que ha sido instigada desde el seno familiar. En el ejemplo anterior Pablo y Rita están perpetuando e inculcando el mismo estereotipo en su hijo destinándolo a la misma pobreza de la que ellos han sido víctimas sino deciden cambiar los roles de género impuestos.

 

El tema de igualdad de género tradicionalmente se enfoca en las mujeres tratando de romper el techo de cristal conquistando roles que tienden a ser dominados por hombres. Sin embargo, para alcanzar la igualdad de género hace falta más que eso, hace falta que el género masculino comience a llenar espacios que tradicionalmente son considerados para mujeres, como cuidar a los hijos y llevar acabo tareas domésticas, para poder romper estos círculos viciosos de pobreza.

 

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